lunes, 2 de abril de 2018

LA LARGA Y BELLA HISTORIA DE ESPAÑA


                                                                           Adolfo Pérez López                                                                 

   Cuando en diciembre de 2017 el presidente del Gobierno, don Mariano Rajoy, visitó Caravaca de la Cruz y cumplió con el jubileo del Año Santo, en la ceremonia el obispo de la diócesis le dijo al presidente que tuviera ‘sabiduría y acierto’ en su gestión para mantener la unidad de la nación, ‘y para que España siga con una historia larga y bella’.

   Las palabras del obispo me llevaron al recuerdo de que cuando ejercía en mi escuela, siendo maestro de ciencias sociales, los niños se embelesaban cuando les contaba algún episodio de la historia de España. Ese recuerdo es el que me anima a escribir este artículo.

   Un somero repaso de la historia de España nos da cuenta de que rezuma grandeza, en contra de lo que babean sobre ella españoles sin autoridad historiográfica, que intentan desacreditar el pasado y atizar la leyenda negra. Leyenda negra que comienza en el siglo XVI alrededor del rey Felipe II, avivada por el odio de los protestantes y activada por la venganza de Antonio Pérez, secretario de Estado de Felipe II, huido a raíz de lo sucedido por sus ilícitos amores con la princesa de Éboli. Claro que, aparte del contexto de cada época, no todo es puro y santo en la historia de las naciones dada la condición humana de sus protagonistas.

ROMANOS  Y  VISIGODOS

   Más allá de los primeros pobladores de la península ibérica (iberos y celtas) y colonizadores de la España primitiva, capítulo importante son los más de 600 años de dominación romana (218 a. C. a 409 d. C.) de la península convertida en provincia de la República y del Imperio romano, que se enriqueció con los efectos de la romanización. La península se benefició del arte, la cultura, las obras públicas, etc. de Roma, con la lengua latina matriz de la castellana. Aquí nacieron los emperadores Trajano, Adriano y Teodosio I, así como Lucio Anneo Séneca, gran figura de la filosofía, junto con otros personajes  importantes. Al principio de la dominación romana tuvieron lugar los hechos admirables y heroicos del levantamiento de Viriato y el sitio de Numancia de los que todos hemos oído hablar.

   A partir del año 409 los bárbaros acabaron con el dominio de Roma en la península, siendo los primeros invasores los suevos, vándalos y alanos, que dieron paso a los visigodos, los cuales se enseñorearon del territorio hispano hasta el año 711, año en que debido a sus luchas intestinas propiciaron la invasión árabe de la península gracias a su triunfo contra el rey godo don Rodrigo en la batalla del río Guadalete, librándose de la conquista musulmana pequeños núcleos montañosos del norte. La corriente de aproximación de los hisparromanos y visigodos culmina con la adopción del catolicismo por parte del rey Recaredo. En la época visigoda brota una cultura, cuya figura central y eminente es San Isidoro, y se dibuja una monarquía nacional hispanogoda, junto con la influencia civilizadora de los Concilios de Toledo. De la época visigoda perduran nombres de persona (Alfonso, Ramiro, Raimundo, Elvira, etc.), y palabras incorporadas a nuestro idioma: ganso, espuela, tregua, adobar, ataviar, etc.

LA  ESPAÑA  MUSULMANA

   El fascinante mundo de la España musulmana se extendió durante 781 años, desde el 711 hasta  1492, periodo que abarcó toda la Edad Media. En ese tiempo se sucedieron distintas vicisitudes en su forma de gobierno (dependiendo o no del califato de Damasco), hasta que Abderrahman III (912 - 961) se proclamó califa omeya de Córdoba. Figura eminente del califato fue el general y político Almanzor (939 - 1002), que se distinguió por sus conquistas en el campo cristiano y por sus dotes de gobierno. A partir del año 1031 el califato se descompuso en los reinos de taifas, lo que facilitó la reconquista cristiana. Es tan importante el legado musulmán en España que resulta imposible resumirlo en este artículo. No obstante, cabe recordar el famoso pasaje de la monja alemana Hroswitta que llamaba a Córdoba ornamento del mundo, cuyo artífice fue el gran Abderrahman III. Se deja constancia de la belleza sin par de la Alhambra de Granada, la Mezquita de Córdoba y la Giralda de Sevilla.
     
LA  ESPAÑA  CRISTIANA  MEDIEVAL

Si fascinante fue el mundo de la España musulmana, apasionante fue el de la España cristiana medieval (718 - 1492). Sabido es que de la invasión árabe se libraron pequeños núcleos montañosos del norte, originarios de los reinos y condados cristianos de la España del medievo (Asturias, León, Castilla, Navarra, Aragón y Cataluña). Como es imposible hacer una breve sinopsis de cada uno de ellos vale con mencionar algunos episodios como la derrota de los musulmanes por el rey don Pelayo (718 - 737) en la batalla de Covadonga (Asturias), inicio de la Reconquista. Decisiva fue también la de las Navas de Tolosa en tiempos del rey castellano Alfonso VIII (1158 - 1214), así como brillantes fueron las campañas en Andalucía del rey de Castilla y León, Fernando III el Santo (1217 - 1252); igual que las del rey de Aragón, Jaime I el Conquistador (1213 - 1276), que completó la Reconquista en el levante. Gran rey de Navarra fue Sancho Garcés III el Mayor (1000 - 1035).

   Mención especial merecen dos héroes de leyenda castellanos, en primer lugar el conde autónomo de Castilla, Fernán González (n. 930 - d. 970) cuyas hazañas dieron lugar al Poema de Fernán González, escrito por un monje hacía 1250. Igual mención merece Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador (1040 - 1099), caballero de gran nobleza y lealtad hacia su rey. Su figura dio lugar al Poema del Cid, escrito hacia 1140, que narra las hazañas del héroe castellano. Es el tiempo de la localización del sepulcro del apóstol Santiago, según piadosas tradiciones, que dio lugar a las peregrinaciones y al Camino de Santiago. El dialecto castellano, con su vigor, se impone a los demás dialectos y se convierte en la lengua castellana. En la segunda parte de la Edad Media se crearon las universidades y fue la época del románico y del gótico, con sus bellas catedrales repartidas por ciudades españolas.

EL  REINADO  DE  LOS  REYES  CATÓLICOS

   Y llegamos a la Edad Moderna, siglo XV, cuyo comienzo coincide con los Reyes Católicos,  Isabel I de Castilla (1474 - 1504) y Fernando II de Aragón (1479 - 1516), de cuyo reinado afirma Menéndez Pelayo que el sentir de nuestro pueblo es que en tiempo de los Reyes Católicos fue en España la mayor empinación, triunfo, honra y prosperidad que nunca España tuvo. Tres grandes hechos jalonan su fructífero reinado: la unión personal y dinástica de Castilla y la Corona de Aragón, conservando cada reino sus instituciones propias, pero ambos gobernados por una sola voz y una sola voluntad; asimismo, se produjo el fin de la Reconquista con la toma de Granada y el hecho relevante del descubrimiento de América. En su buen gobierno destacan sus leyes en beneficio de los indios americanos a pesar de la leyenda negra difundida principalmente por fray Bartolomé de las Casas.

   La Inquisición ocupa un lugar notable en nuestra historia a partir de los Reyes Católicos. Sabido es que la Inquisición nació en Europa en el siglo XIII y decayó en el XV coincidiendo con las ideas renacentistas. Su misión era proteger a la Iglesia católica de las amenazas de la herejías, siendo los dominicos y franciscanos, órdenes recién fundadas, los encargados de su defensa y predicación de la moral y caridad cristianas. Mientras en Europa decayó la Inquisición en España se vigorizó a pesar de la tolerante convivencia entre cristianos, moros y judíos. La Inquisición establecida en la época de los Reyes Católicos obedecía a motivos religiosos y a otros de índole social: razas, economía, unidad nacional, etc. De forma que por bula del papa Sixto IV se creó el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición (año1478). Esta Inquisición nada tenía que ver con la existente en la Corona de Aragón. La recién creada era una combinación de la autoridad de la Iglesia con el poder temporal del Estado. De modo que el tribunal estaba bajo el control de los reyes. La Inquisición constituía la única institución política común a todos los reinos de la monarquía hispánica, con un solo inquisidor general y un consejo. Famosa es la figura del primer inquisidor general, fray Tomás de Torquemada (1420 - 1498). La institución estuvo en vigor 356 años, hasta el año 1834 en que fue abolida por María Cristina, regente de la reina Isabel II. Dada la complejidad del tema y la limitación del artículo no cabe hacer un resumen sobre la organización, funcionamiento y procedimientos inquisitoriales, que han soportado siempre una agria leyenda negra.

   A los Reyes Católicos les falló su expectativa de la sucesión dinástica. Su único hijo varón, Juan, príncipe de Asturias, falleció a los 19 años, razón por la que las coronas de Castilla y Aragón recayeron en su hija Juana, llamada la Loca por sus problemas mentales, casada con Felipe I el Hermoso, de Austria. La realidad hizo que su hijo Carlos I gobernara los reinos en nombre de su madre hasta que la reina falleció en 1555,  instaurándose así la Casa de Austria. 

LOS  AUSTRIAS  Y  EL  IMPERIO  COLONIAL  ESPAÑOL

Grande ante el mundo se manifestó España con sus notables hechos del siglo XVI, época de los dos primeros monarcas de la Casa de Austria: Carlos I y su hijo Felipe II. Carlos I (1516 - 1556), en rivalidad con el rey francés Francisco I consiguió ser elegido emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, ciñendo la corona como Carlos V (1520 - 1558). La aspiración de ambos monarcas por la hegemonía europea dio lugar a cuatro guerras (1521 - 1544). Se enfrentó a la Reforma de Martín Lutero y al desarrollo del protestantismo, que finalizó con el acuerdo de católicos y protestantes en la Paz de Augsburgo. El reinado de Carlos I es el de las grandes conquistas españolas en América: Hernán Cortés en México, Francisco Pizarro en Perú y otros notables conquistadores y exploradores; además, Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano dieron la primera vuelta al mundo (1519 - 1522).
  
   Felipe II (1556 - 1598) acabó las guerras con Francia y mandó construir el monasterio de El Escorial. Debido a los daños que turcos y berberiscos ocasionaron en los dominios españoles y al terror que sembraban en el Mediterráneo, los derrotó en la batalla de Lepanto. Hecho que causó una gran impresión en Europa. Se coronó rey de Portugal al quedar el trono vacante y haberse impuesto a los demás pretendientes. Con la unión de Portugal se realizó la unidad ibérica soñada por los Reyes Católicos y Carlos I. Duro golpe fue la derrota de la Armada Invencible en su expedición contra Inglaterra. Derrota a la que ayudó una fuerte tempestad.

   Con Felipe II el imperio español era impresionante, casi planetario, el cual merece ser detallado: En Europa: toda la Península Ibérica, islas Baleares, Rosellón, Cerdaña, Franco Condado, Países Bajos, Milanesado, Nápoles, Sicilia, Cerdeña y Toscana. En África: Orán, Mazalquivir, Melilla, Ceuta, Tánger, Arcila, Mazagán, islas Canarias, Madera, Azores, Cabo Verde, parte del golfo de Guinea, islas Santo Tomé, Príncipe, Fernando Poo, Annobon y Santa Elena, Congo, Angola, Mozambique, Sofala y Zambeze. En Asia: los establecimientos de Portugal del golfo Pérsico (Ormuz), de la India (Goa, Angediva, Cananor y Cochín), Malaca y Macao (China). En Oceanía: las colonias portuguesas de las Molucas y Timor y la española de Filipinas. En América: la posesión portuguesa de Brasil y el inmenso dominio hispánico desde el estrecho de Magallanes hasta California, Florida y las dos Antillas. Dominios que sus sucesores fueron perdiendo hasta llegar al año 1898 en que no quedó nada.

   De suma importancia fue la labor colonizadora de los españoles en América, en especial durante el siglo XVI. La transmisión de la cultura española es el resultado más que notable de la colonización, esencialmente de tipo popular; aunque en detrimento de las civilizaciones indias. Tierras a las que los españoles aportaron: lengua, religión, cultura, costumbres y la mezcla con los nativos, que dio lugar a un importante mestizaje racial. La obra de los misioneros fue relevante en la conquista y colonización. Se construyeron ciudades, catedrales, se fundaron universidades, se introdujo la imprenta, floreció la arquitectura monástica, etc.

   Es una realidad que tanto los Reyes Católicos como los Austrias promulgaron leyes para la protección de los indios a fin de que fueran tratados con dignidad. Bien es verdad que debido a las guerras, las enfermedades, el hambre, el excesivo trabajo y las sequías se produjo un acusado despoblamiento indio, lo que dio lugar a la utilización de los negros como esclavos para realizar los trabajos en las obras. La esclavitud era una práctica común de los europeos.
  
   Si grandes fueron los reinados de los dos primeros reyes de la Casa de Austria (los Austrias mayores), con los tres últimos (los Austrias menores): Felipe III, Felipe IV y Carlos II comienza la decadencia de la dinastía, es el momento del favoritismo de los validos en el gobierno. El hecho más significativo del reinado de Felipe III (1598 - 1621) fue la expulsión de los moriscos en 1609; además de impopulares se les acusó de traidores y de practicar su antigua religión, más la intención de confiscarles sus bienes. Fueron expulsados varios cientos de miles. Durante el reinado de Felipe IV (1621 - 1665) se produjeron las sublevaciones de Cataluña y Portugal (1640); sofocadas ambas. El intento se debió a la política centralista del valido conde - duque de Olivares. En 1668 Carlos II reconoció la independencia de Portugal.
 
   Fue en la época de los Austrias, siglos XVI y XVII, donde la literatura española alcanzó un gran  esplendor. Se trata del Siglo de Oro donde la palabra escrita y hablada llega a altas cumbres de perfección. Tiempo en que vivió Miguel de Cervantes Saavedra (1547 - 1616), el más grande escritor de las letras españolas, autor de El Quijote de la Mancha (año1605, 1ª parte y 1615, 2ª parte). Es el momento de los escritores místicos: Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, junto con una pléyade de grandes autores, entre ellos Lope de Vega, Calderón de la Barca y Francisco de Quevedo. Época del gran pintor Velázquez (1599 - 1660) y en el que se desarrollaron y promocionaron las ramas del saber, que se extendieron a América.

LA  DINASTÍA  DE  LA  CASA  DE  BORBÓN

   Con la muerte sin descendencia de Carlos II (1665 - 1700) se extinguió su dinastía y por su testamento se entronizó en España la francesa Casa de Borbón con el duque de Anjou, que tomó el nombre de Felipe V (1700 - 1746), bisnieto del rey español Felipe IV y nieto del rey de Francia, Luis XIV. El nuevo rey fue bien acogido en Madrid. Pero la corona también pretendida por el archiduque Carlos, que no aceptó el testamento de Carlos II, desató la guerra de sucesión, verdadero conflicto mundial que duró doce años, y ello fue debido al temor de que Francia con España rompieran el equilibrio europeo, y así se produjo la Gran Alianza de la Haya. La guerra terminó con Felipe V en el trono, el desistimiento del archiduque y la firma del tratado de Utrecht entre las potencias europeas del conflicto, una paz que le costó a España importantes pérdidas territoriales, entre ellas Gibraltar, más la pérdida de su categoría de gran potencia. Con Felipe V se usa por primera vez la denominación: Reino de España. Iniciativa suya fue la construcción del palacio real de Madrid.

   A Felipe V le sucedieron en el trono sus tres hijos mayores, Luis I (1724), cuyo reinado duró casi ocho meses y falleció de viruela, le sucedió su padre, que reinó de nuevo hasta 1746. Le siguieron sus hijos Fernando VI y Carlos III. Del reinado de Fernando VI (1746 - 1759), siguiendo una frase de Menéndez Pelayo, se puede afirmar que se trata de un periodo de modesta prosperidad y reposada economía. El gran acierto de este monarca fue rodearse de hombres capaces para el gobierno. Se apartó de alianzas con otros países y mantuvo la neutralidad durante su reinado en los conflictos europeos. Le sucedió su hermano Carlos III (1759 - 1788). Uno de los monarcas más reformadores que registra nuestra historia. También supo rodearse de ministros capaces. Tomó importantes medidas en diversos campos del gobierno de la nación y colonias. Interesante fue la obra de repoblación llevada a cabo en Sierra Morena. En 1767 se produjo la expulsión de los jesuitas sin que se hayan puesto en claro las verdaderas causas de tan injusta medida. El gobierno de Carlos III cayó de lleno en la corriente europea del ‘despotismo ilustrado’, caracterizado por un absolutismo exaltado, cuyo lema era: ‘Todo para el pueblo pero sin el pueblo’. Le sucedió su hijo Carlos IV, cuyo reinado se ve muy mediatizado por la Revolución francesa y Napoleón Bonaparte como ahora se verá.

   Del bondadoso Carlos IV (1788 - 1808) se esperaba un reinado venturoso por su edad (43 años) y la formación recibida, y así pareció al principio, pero su simpleza, ingenuidad y nulo interés por la política frustraron las esperanzas. El gobierno lo puso en manos de su gran favorito, Manuel Godoy, que se convirtió en árbitro de los destinos nacionales. Coincide este reinado con la Revolución francesa. El gobierno de España hizo cuanto pudo para evitar su influencia en nuestro país, pero no pudo impedir los gérmenes revolucionarios que dejaron en suelo hispano los ejércitos napoleónicos, que tanto influyeron en buena parte del siglo XIX español. Los sucesos de Francia dañaron la alianza que durante el siglo XVIII mantenían ambas naciones por los lazos familiares de los Borbones. En la guerra que Napoleón declaró a Inglaterra exigió el apoyo de España, de forma que la política española se ligó a la francesa en grado de servidumbre. La leal ayuda de nuestra escuadra se saldó con el desastre de Trafalgar (1805), que hundió para siempre nuestro poderío naval. Al no haberse sumado Portugal al bloqueo continental contra Inglaterra, Napoleón resolvió invadir la nación lusa coaligado con las tropas españolas, lo que supuso que llegara a España un gran ejército francés.

EL  TURBULENTO  SIGLO  XIX

Es el tiempo en que el pueblo español escribió una de las páginas más bellas de su historia. La presencia de las tropas francesas en suelo hispano causó un vivo desasosiego entre los españoles. Esta situación dio lugar a que el príncipe de Asturias, Fernando, liderara el motín de Aranjuez contra Godoy. El motín concluyó con el odiado Godoy en prisión y la abdicación de Carlos IV en su hijo Fernando en marzo de 1808, que retuvo la corona hasta el 6 de mayo siguiente en que, obligado por Napoleón, devolvió la corona a su padre, quien a su vez la cedió con todos los derechos al emperador, que designó como rey de España a su hermano José Bonaparte (1808 - 1813). El emperador tenía retenidos en Bayona a los reyes españoles y allí mandó llevar a los infantes y a la reina de Etruria. Cuando el 2 de mayo de 1808 el pueblo madrileño los vio salir del palacio real se levantaron contra las tropas francesas y contra el gobierno, dando así inicio a la Guerra de la Independencia, una catástrofe nacional, que tras heroicos episodios acabó en 1814 con la llegada a Burdeos de las tropas españolas, inglesas y portuguesas. Fue la primera y humillante derrota de Napoleón. Esta guerra fue el origen de una clase militar española deseosa de intervenir en la gobernación del país, como así sucedió.

   Fernando VII (1808 - 1833). El rey felón. Durante su reclusión en Valençay se mostró sumiso y humillado con Napoleón hasta conseguir que le devolviera la corona en 1813. Fue el tiempo en que las Cortes Generales promulgaron en Cádiz la Constitución de 1812. Mientras, Fernando VII era el símbolo nacional con el apelativo de El Deseado. Sin embargo, cuando en 1814 llegó a España se apresuró a abolir la Constitución y restaurar la monarquía absoluta, que contó con la aprobación del pueblo, un pueblo que desconocía lo que era una constitución, que si bien era adecuada para ciudadanos preparados no lo era para la realidad de los españoles (94% de analfabetos en 1803), pues para ellos lo natural era que el rey mandara y los demás obedecieran. Debido a una conjura, en 1820 el rey fingió aceptar la Constitución hasta que en 1823, con la ayuda de Francia, repuso el absolutismo que duró hasta su muerte en 1833.

   Fernando VII, en su deseo de que reinara su hija Isabel, promulgó la Pragmática Sanción, que restablecía el derecho de la mujer a la sucesión en el trono. Tal decisión no fue aceptada por el hermano del rey, Carlos María Isidro, que se consideraba legítimo heredero de la corona. El resultado fue el estallido de la lucha armada entre las dos Españas, que produjo a lo largo del siglo XIX guerras civiles (guerras carlistas), golpes de Estado, pronunciamientos militares, dictaduras, otro rey extranjero, república fallida, etc. Una buena Constitución, la de Cádiz de 1812, nunca se aplicó,  y vinieron otras. El Estado español era un barco a la deriva.

   Mención merecen los ‘afrancesados’. Fueron los españoles ilustrados, unos 12.000, que por una u otra razón abrazaron la bandera del rey José Bonaparte. Con el pueblo no hubo sombra de vacilación, se mantuvo unido y fiel a la monarquía española. El pueblo estimó que era una  suprema deshonra someterse al capricho de un déspota extranjero, sin honor y sin moral.
  
   En estos dos últimos reinados brilló el genial pintor Francisco de Goya (1746 - 1828), autor de lienzos tan impresionantes como el de ‘Los fusilamientos del 3 de mayo de 1808’. Este lienzo es la más genial aportación de la pintura española a la europea del siglo XIX. Por cierto, Fernando VII fue el fundador del Museo del Prado. En el tiempo de Goya brilló el genio de la música alemana, Ludwig van Beethoven (1770 - 1827), autor de famosas piezas musicales, entre ellas el ‘Himno de la Alegría’. Dándose la curiosa circunstancia de que ambos padecieron una profunda sordera.

   A Fernando VII le sucedió su hija Isabel II (1833 - 1868), que ocupó el trono bajo la regencia de su madre, María Cristina, y después por el general Espartero, hasta 1843. Durante su reinado se sucedieron numerosos gobiernos. Destronada por una revolución huyó a Francia y se hizo cargo del Gobierno Francisco Serrano. Entonces las Cortes eligieron rey al italiano Amadeo de Saboya (1871 - 1873); elección patrocinada por el general Prim, asesinado el día en que llegó don Amadeo. Pasados dos años el rey abdicó por falta de apoyo y se marchó.

   El mismo día en que el rey abdicó (11.02.1873) la Asamblea Nacional proclamó la primera república, que duró once meses y tuvo cuatro presidentes: Estanislao Figueras, Francisco Pi y Margall, Nicolás Salmerón y Emilio Castelar; según dice una cita: ‘En once meses que duró ni un solo día España respiró tranquila’. Cuando la Asamblea Nacional iba a nombrar un sucesor el general Pavía la disolvió y se constituyó el Gobierno del Poder Ejecutivo, siendo jefe del Estado por un año (1874) Francisco Serrano, duque de la Torre. El pronunciamiento en Sagunto del general Martínez Campos puso en el trono al rey Alfonso XII, el Pacificador (1874 - 1885), hijo de la reina Isabel II. Le sucedió su hijo póstumo Alfonso XIII (1886 - 1931), cuya minoría de edad fue regentada por su madre, María Cristina (1885 - 1902).

   La gran unidad moral del imperio español durante los siglos XVI y XVII se quiebra en el siglo XVIII cuando penetraron en América elementos disolventes que acabaron con la gran unidad moral, base de la Hispanidad. El resultado fue tan demoledor que entre los años 1810 y 1825 se independizó de España toda Hispanoamérica, pues Fernando VII fue incapaz de frenar el proceso de emancipación de las colonias americanas Hasta llegar al 10.12.1898, día en que se liquidó el resto de nuestro gran imperio colonial: Cuba, Filipinas, Guam y Puerto Rico y otros pequeños enclaves; un final que produjo en España un profundo abatimiento.

   También merece mención en este tiempo el escritor canario Benito Pérez Galdós, el mejor conocedor del alma del pueblo español, cuya obra: ‘Episodios Nacionales’ narra con maestría los episodios más relevantes del turbulento siglo XIX.
  
LA  ESPAÑA  DEL  SIGLO  XX

   El siglo XX, que en gran parte muchos hemos vivido, nos muestra en su primera mitad una España decadente. La España del reinado de Alfonso XIII (1886 - 1931), con sus continuos cambios de gobierno, la guerra de Marruecos y la dictadura del general Miguel Primo de Rivera (1923 - 1930). El destronamiento de Alfonso XIII dio paso a la instauración de la segunda república (1931 - 1936) con sus dos presidentes: Niceto Alcalá Zamora (1931 - 1936) y Manuel Azaña Díaz (1936). Debido al desorden político y social, el 18 de julio de 1936 se produjo el levantamiento de parte del ejército que dio lugar a los tres años de guerra civil, a la desaparición de la república y a que se instaurara el régimen dictatorial del general Francisco Franco Bahamonde (1936 - 1975), represor de las libertades públicas aunque en su transcurso se resolvieron importantes problemas sociales y económicos.

   El siglo XX, que en gran parte muchos hemos vivido, nos muestra en su primera mitad una España decadente. La España del reinado de Alfonso XIII (1886 - 1931), con sus continuos cambios de gobierno, la guerra de Marruecos y la dictadura del general Miguel Primo de Rivera (1923 - 1930). El destronamiento de Alfonso XIII dio paso a la instauración de la segunda república (1931 - 1936) con sus dos presidentes: Niceto Alcalá Zamora (1931 - 1936) y Manuel Azaña Díaz (1936). Debido al desorden político y social, el 18 de julio de 1936 se produjo el levantamiento de parte del ejército que dio lugar a los tres años de guerra civil, a la desaparición de la república y a que se instaurara el régimen dictatorial del general Francisco Franco Bahamonde (1936 - 1975), represor de las libertades públicas aunque en su transcurso se resolvieron importantes problemas sociales y económicos.

   La muerte del general Franco el 20 de noviembre de 1975 supuso la restauración de la monarquía con el rey Juan Carlos I (1975 - 2014), que promovió con éxito la transición política de un régimen dictatorial a una democracia parlamentaria con una monarquía constitucional, cuya dirección política corrió a cargo del presidente del Gobierno, Adolfo Suárez González, junto con el consenso y la ayuda de la clase política y el respaldo del pueblo español, que aprobó mayoritariamente la Constitución de 1978. Desde entonces España disfruta de estabilidad política y prosperidad económica, ahora con el rey Felipe VI.
  
   Después del somero recorrido efectuado por la historia de España en las tres partes de este artículo, creo que no exagero cuando digo que nuestra historia es larga, bella y apasionante.


                                                      Garrucha, 12 de febrero de 2018