Adolfo Pérez López
Cuando en diciembre de 2017 el presidente del Gobierno, don Mariano Rajoy,
visitó Caravaca de la Cruz y cumplió con el jubileo del Año Santo, en la
ceremonia el obispo de la diócesis le dijo al presidente que tuviera ‘sabiduría
y acierto’ en su gestión para mantener la unidad de la nación, ‘y para que
España siga con una historia larga y bella’.
Las palabras del obispo me llevaron al recuerdo de que cuando ejercía en
mi escuela, siendo maestro de ciencias sociales, los niños se embelesaban
cuando les contaba algún episodio de la historia de España. Ese recuerdo es el
que me anima a escribir este artículo.
Un somero repaso de la historia de España nos da cuenta de que rezuma
grandeza, en contra de lo que babean sobre ella españoles sin autoridad
historiográfica, que intentan desacreditar el pasado y atizar la leyenda negra.
Leyenda negra que comienza en el siglo XVI alrededor del rey Felipe II, avivada
por el odio de los protestantes y activada por la venganza de Antonio Pérez,
secretario de Estado de Felipe II, huido a raíz de lo sucedido por sus ilícitos
amores con la princesa de Éboli. Claro que, aparte del contexto de cada época,
no todo es puro y santo en la historia de las naciones dada la condición humana
de sus protagonistas.
ROMANOS
Y VISIGODOS
Más allá de los primeros pobladores de la península ibérica (iberos y
celtas) y colonizadores de la España primitiva, capítulo importante son los más
de 600 años de dominación romana (218
a . C. a 409 d. C.) de la península convertida en
provincia de la República y del Imperio romano, que se enriqueció con los
efectos de la romanización. La península se benefició del arte, la cultura, las
obras públicas, etc. de Roma, con la lengua latina matriz de la castellana.
Aquí nacieron los emperadores Trajano, Adriano y Teodosio I, así como Lucio
Anneo Séneca, gran figura de la filosofía, junto con otros personajes importantes. Al principio de la dominación
romana tuvieron lugar los hechos admirables y heroicos del levantamiento de
Viriato y el sitio de Numancia de los que todos hemos oído hablar.
A partir del año 409 los bárbaros acabaron con el dominio de Roma en la
península, siendo los primeros invasores los suevos, vándalos y alanos, que
dieron paso a los visigodos, los cuales se enseñorearon del territorio hispano
hasta el año 711, año en que debido a sus luchas intestinas propiciaron la
invasión árabe de la península gracias a su triunfo contra el rey godo don
Rodrigo en la batalla del río Guadalete, librándose de la conquista musulmana
pequeños núcleos montañosos del norte. La corriente de aproximación de los
hisparromanos y visigodos culmina con la adopción del catolicismo por parte del
rey Recaredo. En la época visigoda brota una cultura, cuya figura central y
eminente es San Isidoro, y se dibuja una monarquía nacional hispanogoda, junto
con la influencia civilizadora de los Concilios de Toledo. De la época visigoda
perduran nombres de persona (Alfonso, Ramiro, Raimundo, Elvira, etc.), y
palabras incorporadas a nuestro idioma: ganso,
espuela, tregua, adobar, ataviar, etc.
LA ESPAÑA
MUSULMANA
El fascinante mundo de la España musulmana
se extendió durante 781 años, desde el 711 hasta 1492, periodo que abarcó toda la Edad Media.
En ese tiempo se sucedieron distintas vicisitudes en su forma de gobierno
(dependiendo o no del califato de Damasco), hasta que Abderrahman III (912 -
961) se proclamó califa omeya de Córdoba. Figura eminente del califato fue el
general y político Almanzor (939 - 1002), que se distinguió por sus conquistas
en el campo cristiano y por sus dotes de gobierno. A partir del año 1031 el
califato se descompuso en los reinos de taifas, lo que facilitó la reconquista
cristiana. Es tan importante el legado musulmán en España que resulta imposible
resumirlo en este artículo. No obstante, cabe recordar el famoso pasaje de la
monja alemana Hroswitta que llamaba a Córdoba ornamento del mundo, cuyo
artífice fue el gran Abderrahman III. Se deja constancia de la belleza sin par
de la Alhambra de Granada, la Mezquita de Córdoba y la Giralda de Sevilla.
LA ESPAÑA
CRISTIANA MEDIEVAL
Si fascinante
fue el mundo de la España musulmana, apasionante fue el de la España cristiana
medieval (718 - 1492). Sabido es que de la invasión árabe se libraron pequeños
núcleos montañosos del norte, originarios de los reinos y condados cristianos
de la España del medievo (Asturias, León, Castilla, Navarra, Aragón y
Cataluña). Como es imposible hacer una breve sinopsis de cada uno de ellos vale
con mencionar algunos episodios como la derrota de los musulmanes por el rey
don Pelayo (718 - 737) en la batalla de Covadonga (Asturias), inicio de la
Reconquista. Decisiva fue también la de las Navas de Tolosa en tiempos del rey
castellano Alfonso VIII (1158 - 1214), así como brillantes fueron las campañas
en Andalucía del rey de Castilla y León, Fernando III el Santo (1217 - 1252);
igual que las del rey de Aragón, Jaime I el Conquistador (1213 - 1276), que
completó la Reconquista en el levante. Gran rey de Navarra fue Sancho Garcés
III el Mayor (1000 - 1035).
Mención especial merecen dos héroes de
leyenda castellanos, en primer lugar el conde autónomo de Castilla, Fernán
González (n. 930 - d. 970) cuyas hazañas dieron lugar al Poema de Fernán González, escrito por un monje hacía 1250. Igual
mención merece Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador (1040 - 1099), caballero
de gran nobleza y lealtad hacia su rey. Su figura dio lugar al Poema del Cid, escrito hacia 1140, que narra las hazañas del héroe
castellano. Es el tiempo de la localización del sepulcro del apóstol Santiago,
según piadosas tradiciones, que dio lugar a las peregrinaciones y al Camino de
Santiago. El dialecto castellano, con su vigor, se impone a los demás dialectos
y se convierte en la lengua castellana. En la segunda parte de la Edad Media se
crearon las universidades y fue la época del románico y del gótico, con sus
bellas catedrales repartidas por ciudades españolas.
EL REINADO
DE LOS REYES
CATÓLICOS
Y llegamos a la Edad Moderna, siglo XV, cuyo
comienzo coincide con los Reyes Católicos,
Isabel I de Castilla (1474 - 1504) y Fernando II de Aragón (1479 -
1516), de cuyo reinado afirma Menéndez Pelayo que el sentir de nuestro pueblo
es que en tiempo de los Reyes Católicos fue en España la mayor empinación,
triunfo, honra y prosperidad que nunca España tuvo. Tres grandes hechos jalonan
su fructífero reinado: la unión personal y dinástica de Castilla y la Corona de
Aragón, conservando cada reino sus instituciones propias, pero ambos gobernados
por una sola voz y una sola voluntad; asimismo, se produjo el fin de la
Reconquista con la toma de Granada y el hecho relevante del descubrimiento de
América. En su buen gobierno destacan sus leyes en beneficio de los indios
americanos a pesar de la leyenda negra difundida principalmente por fray
Bartolomé de las Casas.
La Inquisición ocupa un lugar notable en
nuestra historia a partir de los Reyes Católicos. Sabido es que la Inquisición
nació en Europa en el siglo XIII y decayó en el XV coincidiendo con las ideas
renacentistas. Su misión era proteger a la Iglesia católica de las amenazas de
la herejías, siendo los dominicos y franciscanos, órdenes recién fundadas, los
encargados de su defensa y predicación de la moral y caridad cristianas.
Mientras en Europa decayó la Inquisición en España se vigorizó a pesar de la
tolerante convivencia entre cristianos, moros y judíos. La Inquisición
establecida en la época de los Reyes Católicos obedecía a motivos religiosos y
a otros de índole social: razas, economía, unidad nacional, etc. De forma que
por bula del papa Sixto IV se creó el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición
(año1478). Esta Inquisición nada tenía que ver con la existente en la Corona de
Aragón. La recién creada era una combinación de la autoridad de la Iglesia con
el poder temporal del Estado. De modo que el tribunal estaba bajo el control de
los reyes. La Inquisición constituía la única institución política común a
todos los reinos de la monarquía hispánica, con un solo inquisidor general y un
consejo. Famosa es la figura del primer inquisidor general, fray Tomás de
Torquemada (1420 - 1498). La institución estuvo en vigor 356 años, hasta el año
1834 en que fue abolida por María Cristina, regente de la reina Isabel II. Dada
la complejidad del tema y la limitación del artículo no cabe hacer un resumen
sobre la organización, funcionamiento y procedimientos inquisitoriales, que han
soportado siempre una agria leyenda negra.
A los Reyes Católicos les falló su
expectativa de la sucesión dinástica. Su único hijo varón, Juan, príncipe de
Asturias, falleció a los 19 años, razón por la que las coronas de Castilla y Aragón
recayeron en su hija Juana, llamada la Loca por sus problemas mentales, casada
con Felipe I el Hermoso, de Austria. La realidad hizo que su hijo Carlos I
gobernara los reinos en nombre de su madre hasta que la reina falleció en
1555, instaurándose así la Casa de
Austria.
LOS AUSTRIAS
Y EL IMPERIO
COLONIAL ESPAÑOL
Grande ante el
mundo se manifestó España con sus notables hechos del siglo XVI, época de los
dos primeros monarcas de la Casa de Austria: Carlos I y su hijo Felipe II.
Carlos I (1516 - 1556), en rivalidad con el rey francés Francisco I consiguió
ser elegido emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, ciñendo la corona
como Carlos V (1520 - 1558). La aspiración de ambos monarcas por la hegemonía
europea dio lugar a cuatro guerras (1521 - 1544). Se enfrentó a la Reforma de
Martín Lutero y al desarrollo del protestantismo, que finalizó con el acuerdo
de católicos y protestantes en la Paz de Augsburgo. El reinado de Carlos I es
el de las grandes conquistas españolas en América: Hernán Cortés en México,
Francisco Pizarro en Perú y otros notables conquistadores y exploradores;
además, Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano dieron la primera vuelta
al mundo (1519 - 1522).
Felipe II (1556 - 1598) acabó las guerras
con Francia y mandó construir el monasterio de El Escorial. Debido a los daños
que turcos y berberiscos ocasionaron en los dominios españoles y al terror que
sembraban en el Mediterráneo, los derrotó en la batalla de Lepanto. Hecho que
causó una gran impresión en Europa. Se coronó rey de Portugal al quedar el
trono vacante y haberse impuesto a los demás pretendientes. Con la unión de
Portugal se realizó la unidad ibérica soñada por los Reyes Católicos y Carlos
I. Duro golpe fue la derrota de la Armada Invencible en su expedición contra
Inglaterra. Derrota a la que ayudó una fuerte tempestad.
Con Felipe II el imperio español era
impresionante, casi planetario, el cual merece ser detallado: En Europa: toda
la Península Ibérica, islas Baleares, Rosellón, Cerdaña, Franco Condado, Países
Bajos, Milanesado, Nápoles, Sicilia, Cerdeña y Toscana. En África: Orán,
Mazalquivir, Melilla, Ceuta, Tánger, Arcila, Mazagán, islas Canarias, Madera,
Azores, Cabo Verde, parte del golfo de Guinea, islas Santo Tomé, Príncipe,
Fernando Poo, Annobon y Santa Elena, Congo, Angola, Mozambique, Sofala y
Zambeze. En Asia: los establecimientos de Portugal del golfo Pérsico (Ormuz),
de la India (Goa, Angediva, Cananor y Cochín), Malaca y Macao (China). En
Oceanía: las colonias portuguesas de las Molucas y Timor y la española de
Filipinas. En América: la posesión portuguesa de Brasil y el inmenso dominio
hispánico desde el estrecho de Magallanes hasta California, Florida y las dos
Antillas. Dominios que sus sucesores fueron perdiendo hasta llegar al año 1898
en que no quedó nada.
De suma importancia fue la labor
colonizadora de los españoles en América, en especial durante el siglo XVI. La
transmisión de la cultura española es el resultado más que notable de la
colonización, esencialmente de tipo popular; aunque en detrimento de las
civilizaciones indias. Tierras a las que los españoles aportaron: lengua,
religión, cultura, costumbres y la mezcla con los nativos, que dio lugar a un
importante mestizaje racial. La obra de los misioneros fue relevante en la
conquista y colonización. Se construyeron ciudades, catedrales, se fundaron
universidades, se introdujo la imprenta, floreció la arquitectura monástica,
etc.
Es una realidad que tanto los Reyes
Católicos como los Austrias promulgaron leyes para la protección de los indios
a fin de que fueran tratados con dignidad. Bien es verdad que debido a las
guerras, las enfermedades, el hambre, el excesivo trabajo y las sequías se
produjo un acusado despoblamiento indio, lo que dio lugar a la utilización de
los negros como esclavos para realizar los trabajos en las obras. La esclavitud
era una práctica común de los europeos.
Si grandes fueron los reinados de los dos
primeros reyes de la Casa de Austria (los Austrias mayores), con los tres
últimos (los Austrias menores): Felipe III, Felipe IV y Carlos II comienza la
decadencia de la dinastía, es el momento del favoritismo de los validos en el
gobierno. El hecho más significativo del reinado de Felipe III (1598 - 1621)
fue la expulsión de los moriscos en 1609; además de impopulares se les acusó de
traidores y de practicar su antigua religión, más la intención de confiscarles
sus bienes. Fueron expulsados varios cientos de miles. Durante el reinado de
Felipe IV (1621 - 1665) se produjeron las sublevaciones de Cataluña y Portugal
(1640); sofocadas ambas. El intento se debió a la política centralista del
valido conde - duque de Olivares. En 1668 Carlos II reconoció la independencia
de Portugal.
Fue en la época de los Austrias, siglos XVI
y XVII, donde la literatura española alcanzó un gran esplendor. Se trata del Siglo de Oro donde la
palabra escrita y hablada llega a altas cumbres de perfección. Tiempo en que
vivió Miguel de Cervantes Saavedra (1547 - 1616), el más grande escritor de las
letras españolas, autor de El Quijote de la Mancha (año1605, 1ª parte y 1615, 2ª
parte). Es el momento de los escritores místicos: Santa Teresa de Jesús y San
Juan de la Cruz, junto con una pléyade de grandes autores, entre ellos Lope de
Vega, Calderón de la Barca y Francisco de Quevedo. Época del gran pintor
Velázquez (1599 - 1660) y en el que se desarrollaron y promocionaron las ramas
del saber, que se extendieron a América.
LA DINASTÍA
DE LA CASA
DE BORBÓN
Con la muerte sin descendencia de Carlos II
(1665 - 1700) se extinguió su dinastía y por su testamento se entronizó en
España la francesa Casa de Borbón con el duque de Anjou, que tomó el nombre de
Felipe V (1700 - 1746), bisnieto del rey español Felipe IV y nieto del rey de
Francia, Luis XIV. El nuevo rey fue bien acogido en Madrid. Pero la corona
también pretendida por el archiduque Carlos, que no aceptó el testamento de
Carlos II, desató la guerra de sucesión, verdadero conflicto mundial que duró
doce años, y ello fue debido al temor de que Francia con España rompieran el
equilibrio europeo, y así se produjo la Gran Alianza de la Haya. La guerra
terminó con Felipe V en el trono, el desistimiento del archiduque y la firma
del tratado de Utrecht entre las potencias europeas del conflicto, una paz que
le costó a España importantes pérdidas territoriales, entre ellas Gibraltar,
más la pérdida de su categoría de gran potencia. Con Felipe V se usa por
primera vez la denominación: Reino de España. Iniciativa suya fue la
construcción del palacio real de Madrid.
A Felipe V le sucedieron en el trono sus
tres hijos mayores, Luis I (1724), cuyo reinado duró casi ocho meses y falleció
de viruela, le sucedió su padre, que reinó de nuevo hasta 1746. Le siguieron
sus hijos Fernando VI y Carlos III. Del reinado de Fernando VI (1746 - 1759),
siguiendo una frase de Menéndez Pelayo, se puede afirmar que se trata de un
periodo de modesta prosperidad y reposada economía. El gran acierto de este
monarca fue rodearse de hombres capaces para el gobierno. Se apartó de alianzas
con otros países y mantuvo la neutralidad durante su reinado en los conflictos
europeos. Le sucedió su hermano Carlos III (1759 - 1788). Uno de los monarcas
más reformadores que registra nuestra historia. También supo rodearse de
ministros capaces. Tomó importantes medidas en diversos campos del gobierno de
la nación y colonias. Interesante fue la obra de repoblación llevada a cabo en
Sierra Morena. En 1767 se produjo la expulsión de los jesuitas sin que se hayan
puesto en claro las verdaderas causas de tan injusta medida. El gobierno de
Carlos III cayó de lleno en la corriente europea del ‘despotismo ilustrado’,
caracterizado por un absolutismo exaltado, cuyo lema era: ‘Todo para el pueblo
pero sin el pueblo’. Le sucedió su hijo Carlos IV, cuyo reinado se ve muy
mediatizado por la Revolución francesa y Napoleón Bonaparte como ahora se verá.
Del bondadoso Carlos IV (1788 - 1808) se
esperaba un reinado venturoso por su edad (43 años) y la formación recibida, y
así pareció al principio, pero su simpleza, ingenuidad y nulo interés por la
política frustraron las esperanzas. El gobierno lo puso en manos de su gran
favorito, Manuel Godoy, que se convirtió en árbitro de los destinos nacionales.
Coincide este reinado con la Revolución francesa. El gobierno de España hizo
cuanto pudo para evitar su influencia en nuestro país, pero no pudo impedir los
gérmenes revolucionarios que dejaron en suelo hispano los ejércitos
napoleónicos, que tanto influyeron en buena parte del siglo XIX español. Los
sucesos de Francia dañaron la alianza que durante el siglo XVIII mantenían
ambas naciones por los lazos familiares de los Borbones. En la guerra que
Napoleón declaró a Inglaterra exigió el apoyo de España, de forma que la
política española se ligó a la francesa en grado de servidumbre. La leal ayuda
de nuestra escuadra se saldó con el desastre de Trafalgar (1805), que hundió
para siempre nuestro poderío naval. Al no haberse sumado Portugal al bloqueo
continental contra Inglaterra, Napoleón resolvió invadir la nación lusa coaligado
con las tropas españolas, lo que supuso que llegara a España un gran ejército
francés.
EL TURBULENTO
SIGLO XIX
Es el tiempo
en que el pueblo español escribió una de las páginas más bellas de su historia.
La presencia de las tropas francesas en suelo hispano causó un vivo desasosiego
entre los españoles. Esta situación dio lugar a que el príncipe de Asturias,
Fernando, liderara el motín de Aranjuez contra Godoy. El motín concluyó con el
odiado Godoy en prisión y la abdicación de Carlos IV en su hijo Fernando en
marzo de 1808, que retuvo la corona hasta el 6 de mayo siguiente en que,
obligado por Napoleón, devolvió la corona a su padre, quien a su vez la cedió
con todos los derechos al emperador, que designó como rey de España a su
hermano José Bonaparte (1808 - 1813). El emperador tenía retenidos en Bayona a
los reyes españoles y allí mandó llevar a los infantes y a la reina de Etruria.
Cuando el 2 de mayo de 1808 el pueblo madrileño los vio salir del palacio real
se levantaron contra las tropas francesas y contra el gobierno, dando así
inicio a la Guerra de la Independencia, una catástrofe nacional, que tras
heroicos episodios acabó en 1814 con la llegada a Burdeos de las tropas
españolas, inglesas y portuguesas. Fue la primera y humillante derrota de
Napoleón. Esta guerra fue el origen de una clase militar española deseosa de
intervenir en la gobernación del país, como así sucedió.
Fernando VII (1808 - 1833). El rey felón.
Durante su reclusión en Valençay se mostró sumiso y humillado con Napoleón
hasta conseguir que le devolviera la corona en 1813. Fue el tiempo en que las
Cortes Generales promulgaron en Cádiz la Constitución de 1812. Mientras,
Fernando VII era el símbolo nacional con el apelativo de El Deseado. Sin
embargo, cuando en 1814 llegó a España se apresuró a abolir la Constitución y
restaurar la monarquía absoluta, que contó con la aprobación del pueblo, un
pueblo que desconocía lo que era una constitución, que si bien era adecuada
para ciudadanos preparados no lo era para la realidad de los españoles (94% de
analfabetos en 1803), pues para ellos lo natural era que el rey mandara y los
demás obedecieran. Debido a una conjura, en 1820 el rey fingió aceptar la
Constitución hasta que en 1823, con la ayuda de Francia, repuso el absolutismo
que duró hasta su muerte en 1833.
Fernando VII, en su deseo de que reinara su
hija Isabel, promulgó la Pragmática
Sanción, que restablecía el derecho de la mujer a la sucesión en el trono.
Tal decisión no fue aceptada por el hermano del rey, Carlos María Isidro, que
se consideraba legítimo heredero de la corona. El resultado fue el estallido de
la lucha armada entre las dos Españas, que produjo a lo largo del siglo XIX
guerras civiles (guerras carlistas), golpes de Estado, pronunciamientos
militares, dictaduras, otro rey extranjero, república fallida, etc. Una buena
Constitución, la de Cádiz de 1812, nunca se aplicó, y vinieron otras. El Estado español era un
barco a la deriva.
Mención merecen los ‘afrancesados’. Fueron los españoles ilustrados, unos 12.000, que
por una u otra razón abrazaron la bandera del rey José Bonaparte. Con el pueblo
no hubo sombra de vacilación, se mantuvo unido y fiel a la monarquía española.
El pueblo estimó que era una suprema deshonra
someterse al capricho de un déspota extranjero, sin honor y sin moral.
En estos dos últimos reinados brilló el
genial pintor Francisco de Goya (1746 - 1828), autor de lienzos tan
impresionantes como el de ‘Los
fusilamientos del 3 de mayo de 1808’ .
Este lienzo es la más genial aportación de la pintura española a la europea del
siglo XIX. Por cierto, Fernando VII fue el fundador del Museo del Prado. En el
tiempo de Goya brilló el genio de la música alemana, Ludwig van Beethoven (1770
- 1827), autor de famosas piezas musicales, entre ellas el ‘Himno de la Alegría’.
Dándose la curiosa circunstancia de que ambos padecieron una profunda sordera.
A Fernando VII le sucedió su hija Isabel II (1833 - 1868), que ocupó el
trono bajo la regencia de su madre, María Cristina, y después por el general
Espartero, hasta 1843. Durante su reinado se sucedieron numerosos gobiernos.
Destronada por una revolución huyó a Francia y se hizo cargo del Gobierno
Francisco Serrano. Entonces las Cortes eligieron rey al italiano Amadeo de
Saboya (1871 - 1873); elección patrocinada por el general Prim, asesinado el
día en que llegó don Amadeo. Pasados dos años el rey abdicó por falta de apoyo
y se marchó.
El mismo día en que el rey abdicó (11.02.1873) la Asamblea Nacional
proclamó la primera república, que duró once meses y tuvo cuatro presidentes:
Estanislao Figueras, Francisco Pi y Margall, Nicolás Salmerón y Emilio
Castelar; según dice una cita: ‘En once meses que duró ni un solo día España
respiró tranquila’. Cuando la Asamblea Nacional iba a nombrar un sucesor el
general Pavía la disolvió y se constituyó el Gobierno del Poder Ejecutivo,
siendo jefe del Estado por un año (1874) Francisco Serrano, duque de la Torre.
El pronunciamiento en Sagunto del general Martínez Campos puso en el trono al
rey Alfonso XII, el Pacificador (1874 - 1885), hijo de la reina Isabel II. Le
sucedió su hijo póstumo Alfonso XIII (1886 - 1931), cuya minoría de edad fue
regentada por su madre, María Cristina (1885 - 1902).
La gran unidad moral del imperio español durante los siglos XVI y XVII
se quiebra en el siglo XVIII cuando penetraron en América elementos disolventes
que acabaron con la gran unidad moral, base de la Hispanidad. El resultado fue
tan demoledor que entre los años 1810 y 1825 se independizó de España toda
Hispanoamérica, pues Fernando VII fue incapaz de frenar el proceso de
emancipación de las colonias americanas Hasta llegar al 10.12.1898, día en que
se liquidó el resto de nuestro gran imperio colonial: Cuba, Filipinas, Guam y
Puerto Rico y otros pequeños enclaves; un final que produjo en España un
profundo abatimiento.
También merece mención en este tiempo el escritor canario Benito Pérez
Galdós, el mejor conocedor del alma del pueblo español, cuya obra: ‘Episodios Nacionales’ narra con
maestría los episodios más relevantes del turbulento siglo XIX.
LA
ESPAÑA DEL SIGLO
XX
El siglo XX, que en gran parte muchos hemos vivido, nos muestra en su
primera mitad una España decadente. La España del reinado de Alfonso XIII (1886
- 1931), con sus continuos cambios de gobierno, la guerra de Marruecos y la
dictadura del general Miguel Primo de Rivera (1923 - 1930). El destronamiento
de Alfonso XIII dio paso a la instauración de la segunda república (1931 -
1936) con sus dos presidentes: Niceto Alcalá Zamora (1931 - 1936) y Manuel
Azaña Díaz (1936). Debido al desorden político y social, el 18 de julio de 1936
se produjo el levantamiento de parte del ejército que dio lugar a los tres años
de guerra civil, a la desaparición de la república y a que se instaurara el régimen
dictatorial del general Francisco Franco Bahamonde (1936 - 1975), represor de
las libertades públicas aunque en su transcurso se resolvieron importantes
problemas sociales y económicos.
El siglo XX, que en gran parte muchos hemos vivido, nos muestra en su
primera mitad una España decadente. La España del reinado de Alfonso XIII (1886
- 1931), con sus continuos cambios de gobierno, la guerra de Marruecos y la
dictadura del general Miguel Primo de Rivera (1923 - 1930). El destronamiento
de Alfonso XIII dio paso a la instauración de la segunda república (1931 -
1936) con sus dos presidentes: Niceto Alcalá Zamora (1931 - 1936) y Manuel
Azaña Díaz (1936). Debido al desorden político y social, el 18 de julio de 1936
se produjo el levantamiento de parte del ejército que dio lugar a los tres años
de guerra civil, a la desaparición de la república y a que se instaurara el
régimen dictatorial del general Francisco Franco Bahamonde (1936 - 1975),
represor de las libertades públicas aunque en su transcurso se resolvieron
importantes problemas sociales y económicos.
La muerte del general Franco el 20 de noviembre de 1975 supuso la
restauración de la monarquía con el rey Juan Carlos I (1975 - 2014), que
promovió con éxito la transición política de un régimen dictatorial a una
democracia parlamentaria con una monarquía constitucional, cuya dirección
política corrió a cargo del presidente del Gobierno, Adolfo Suárez González,
junto con el consenso y la ayuda de la clase política y el respaldo del pueblo
español, que aprobó mayoritariamente la Constitución de 1978. Desde entonces
España disfruta de estabilidad política y prosperidad económica, ahora con el
rey Felipe VI.
Después del somero recorrido efectuado por la historia de España en las
tres partes de este artículo, creo que no exagero cuando digo que nuestra
historia es larga, bella y apasionante.
Garrucha, 12 de febrero de 2018