Desconozco hasta qué punto los españoles estamos enterados de la
realidad de España, tanto la referida a su historia como a la de los tiempos
modernos. Durante los años de democracia el sentimiento patriótico español ha
estado aletargado, hasta que en el año 2010 se ganó la copa del mundo de fútbol
en que, profusamente, apareció la bandera nacional en balcones y coches. Sin
embargo, ha sido estallar la crisis catalana cuando el patriotismo español ha
despertado con viveza en grandes manifestaciones atiborradas de banderas
rojigualdas, banderas que, en gran cantidad, también han ondeado en balcones de
pueblos y ciudades. Y es que no me cabe duda de que España es una gran nación a
pesar de algunos españoles (los de siempre) que se empeñan en dañar su imagen.
Grande es la nación que tiene una historia tan larga y bella como la de
España, civilizada en la antigüedad por Roma a la que dio tres emperadores:
Trajano, Adriano y Teodosio I, así como al gran filósoso Séneca. Ningún país
europeo puede presumir de una gesta como la nuestra de la Reconquista del suelo
hispano invadido por los musulmanes (711 - 1492). Con grandes reyes de la
España cristiana como Fernando III el Santo, mientras que en el fascinante
mundo de la España musulmana destacó el esplendor del califato de Córdoba con
el gran califa Abderrahman III. Y por encima de todos, la grandeza de los Reyes
Católicos en cuyo reinado se acabó la Reconquista y se descubrió América, uno
de los hitos más importantes de la historia de la humanidad.
La
grandeza de España en el mundo alcanzó su máximo esplendor con los reyes Carlos
I y su hijo Felipe II, nieto uno y bisnieto el otro de los Reyes Católicos. El
reinado de Carlos I fue la época de las grandes conquistas españolas en América
con Hernán Cortés en México, Francisco Pizarro en Perú y otros grandes
conquistadores. Tiempo en que Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano
dieron la primera vuelta al mundo. Tierras de conquista a las que los españoles
aportaron su lengua, la religión católica, su cultura y sus costumbres,
uniéndose con los nativos, lo que dio lugar a un fecundo mestizaje racial.
Cuando hace
poco tiempo el papa Francisco (argentino) visitó Chile y Perú una gran
satisfacción me embargaba al verlo hablar español sin intérpretes con los
gobernantes de ambas naciones. Igual sucedía cuando las muchedumbres católicas,
chilenas y peruanas, rezaban alrededor del papa en la misma lengua, lengua
española que hoy hablan 570 millones de personas. Religión católica y lengua
castellana que los españoles enseñaron y extendieron por todas las naciones
hispanoamericanas. No cabe duda que era la proeza de una gran nación.
Con
Felipe II el imperio español era impresionante, casi planetario, que no me
resisto a detallar: En Europa: toda la Península Ibérica, islas Baleares,
Rosellón, Cerdaña, Franco Condado, Países Bajos, Milanesado, Nápoles, Sicilia,
Cerdeña y Toscana. En África: Orán, Mazalquivir, Melilla, Ceuta, Tánger,
Arcila, Mazagán, islas Canarias, Madera, Azores, Cabo Verde, parte del golfo de
Guinea, islas Santo Tomé, Príncipe, Fernando Poo, Annobon y Santa Elena, Congo,
Angola, Mozambique, Sofala y Zambeze. En Asia: los establecimientos de Portugal
del golfo Pérsico (Ormuz), de la India (Goa, Angediva, Cananor y Cochín), Malaca
y Macao (China). En Oceanía: las colonias portuguesas de las Molucas y Timor y
la española de Filipinas. En América: la posesión portuguesa de Brasil y el
inmenso dominio hispánico desde el estrecho de Magallanes hasta California,
Florida y las dos Antillas. Dominios que se fueron perdiendo hasta llegar al
año 1898 en que no quedó nada.
Grandeza de
un país es padecer una cruenta guerra civil (1936 - 1939), superar un régimen
dictatorial y haber instaurado después una democracia parlamentaria promovida
por un rey constitucional. Democracia que ha conducido a España a su
modernización y pertenencia a la Unión Europea y a la OTAN. Lo mismo que haber
superado con brillantez una profunda crisis económica que nos tuvo al borde del
abismo, con un rescate que en el año 2012 se cernía sobre nuestra economía, lo
que hubiera supuesto un desastre nacional. Ahora, España ocupa el puesto nº 14
en el ranking mundial de potencias económicas.
Grandeza de
España es tener un sistema público de sanidad de primer nivel dotado de una
amplia red de modernos hospitales y ser vanguardia en trasplantes de órganos
humanos. Además, presume de dos premios Nobel de Medicina: los doctores
Santiago Ramón y Cajal (1906) y Severo Ochoa (1959).
En el campo
de la literatura disfrutamos de una envidiable pléyade de escritores de
categoría universal: Cervantes, Santa Teresa de Jesús (doctora de la Iglesia),
Lope de Vega, Calderón de la Barca, Pérez Galdós. Literatura española laureada
con cinco premios Nobel: José Echegaray (1904), Jacinto Benavente (1922), Juan
Ramón Jiménez (1956), Vicente Aleixandre (1977) y Camilo José Cela (1989). A un
altísimo nivel ha sobresalido la pintura española con artistas tan grandes como
Velázquez, Goya y otros. También ha destacado España con compositores musicales
tales como Albéniz, Falla y Rodrigo.
En el campo
del deporte España ocupa un lugar preeminente en el mundo en bastantes
disciplinas: fútbol, balonmano, tenis, golf, motociclismo, ciclismo, patinaje
artístico, natación, etc. En fútbol la selección española ha sido campeona del
mundo (2010) y tres veces ha ganado la copa de Europa de naciones. Entre el
Real Madrid (12) y el Barcelona (5) han conseguido 17 copas de Europa de clubes.
Gran aporte para la marca España es el Real Madrid, considerado por la FIFA el
mejor club del siglo XX. En tenis, un nº 1 mundial: Rafa Nadal. En ciclismo un
gran campeón: Induráin (5 tours consecutivos). En natación, la gran campeona
Mireia Belmonte.
España se
distingue por su protección a la naturaleza para lo que dispone de grandes
superficies protegidas que conforman una importante red de parques naturales,
entre los que destacan el de Doñana al sur y Picos de Europa al norte. Gran
importancia tiene su riqueza agrícola como así lo acredita su exportación por
toda Europa de sus frtuos hortofrutícolas y su gran variedad de vinos.
Las grandes
ciudades españolas, Madrid y Barcelona, junto a las de Valencia, Sevilla y
Bilbao ocupan un lugar relevante en el concierto de ciudades europeas, las
cinco muy visitadas por los turistas. Con sus prestigiosas universidades en las
que estudian muchos jóvenes de otros países.
No cabe duda
de que nuestro país es una potencia turística de primer orden, pues son muchos
los millones de turistas que nos visitan cada año, cuyo desplazamiento se les
facilita con buenos aeropuertos, una moderna y extensa red de autovías e igual
otra de trenes de alta velocidad. Redes que acercan a los turistas a las
distintas playas, tanto a las brumosas y frescas del norte como a las cálidas y
soleadas del sur y el este. Y lo mismo para visitar los monumentos nacionales y
las bellas catedrales: Sagrada Familia en Barcelona, palacio real y museo del
Prado en Madrid, Alhambra de Granada, mezquita de Córdoba, Giralda de Sevilla o
la imponente catedral románica de Santiago de Compostela, así como la gótica de
Burgos.
A grandes
trazos dejo expuesto lo que considero que es la grandeza de España, a la que
tanto queremos y tanto nos duele. Y aquí me quedo. Ahora que sea el lector el
que juzgue sobre lo que ha leído, que casi seguro su opinión será muy cercana a
la mía.