(Mal le irá a Garrucha si no nos
afanamos en proteger lo bueno que tenemos)
Adolfo Pérez López
Lo digo como lo siento, lo que es, lo que nadie discute, lo más hermoso
que tiene Garrucha es su paseo del Malecón, su centro de veraneo. Un paseo
pleno de armonía, con sus frondosos jardines, sus 150 y
su espectacular baranda de mármol de 1.482 metros orgullo
de todo un pueblo y admiración de visitantes.
Sin embargo, desde hace algún tiempo el concejal Bernardo Simón, del Grupo de Independientes por Garrucha (GIGA), está obsesionado por poner patas arriba el paseo marítimo y adoptar el modelo de paseo según el plano que tiene colgado en internet. Seguramente lo cuelga ahora, a mitad de mandato, para ir seduciendo a los votantes de cara a las próximas elecciones, en un intento de abrirse paso en el espacio político local. La propuesta dicen que se basa en aquello de “renovarse o morir”, a lo que no hay nada que oponer si la renovación es necesaria y no una ocurrencia para asombrar, aunque no parece que pronto vaya a hacerse realidad el proyecto visto el panorama político que nos rodea.
Sin embargo, desde hace algún tiempo el concejal Bernardo Simón, del Grupo de Independientes por Garrucha (GIGA), está obsesionado por poner patas arriba el paseo marítimo y adoptar el modelo de paseo según el plano que tiene colgado en internet. Seguramente lo cuelga ahora, a mitad de mandato, para ir seduciendo a los votantes de cara a las próximas elecciones, en un intento de abrirse paso en el espacio político local. La propuesta dicen que se basa en aquello de “renovarse o morir”, a lo que no hay nada que oponer si la renovación es necesaria y no una ocurrencia para asombrar, aunque no parece que pronto vaya a hacerse realidad el proyecto visto el panorama político que nos rodea.
Sobre este asunto me pronuncié en contra en un artículo publicado en
julio de 2011. Ahora, sin ánimo de debatir, ni mal rollo con nadie, de nuevo
escribo sobre el tema con el deseo de que el lector analice lo que digo y se
forme una opinión cabal sobre la propuesta en cuestión.
El intento de remodelar el paseo tiene su pequeña historia que ahora voy
a recordar. Es sabido que Bernardo, como concejal del PP, ha gobernado Garrucha
durante ocho años (2007 – 2015). Pues bien, cuando el PP ganó las elecciones
locales de 2011 llevaba en su programa electoral 81 propuestas (que tengo
delante), de las que la número nueve dice así: “009. Proyecto remodelación
y
ordenación Paseo del malecón, incorporación de carril bici.” Como es
evidente tal propuesta no se llevó a cabo a pesar de estar gobernando esos
cuatro años, cosa que no extraña por el gran coste de la obra. Sin embargo, en
2015 Bernardo tomó la propuesta del PP, que antes no pudo realizar, y la
incorporó a su programa electoral del Giga con el resultado conocido.
Desde hace más de treinta años el pueblo de Garrucha disfruta de su
urbanizado paseo marítimo, muy alabado y nada discutido. Su urbanización era el
vehemente deseo de todo el pueblo. Para hacerlo realidad hube de emplearme a
fondo en el Ministerio de Fomento y la Diputación provincial, salvando
múltiples y difíciles escollos, no obstante su coste para el Ayuntamiento fue
muy asumible. En mi blog explico al detalle el proceso de urbanización, que
merece la pena leerse.
Sin duda el paseo marítimo es un conjunto armónico de los elementos que
lo componen: amplias aceras, dos zonas verdes (antes eran tres) con buen
césped, arbustos y árboles, así como una fila de palmeras plantadas a lo largo
de todo el paseo. Además lo aderezan gran cantidad de parterres con su
vegetación y las palmeras plantadas en ellos. Está dotado de suficientes bancos
de madera y dos parques infantiles. Su calzada la forman dos carriles de doble
sentido que facilitan un tráfico fluido. Dispone en toda su longitud de dos
filas de aparcamientos que facilitan la estancia de los que nos visitan.
Adornado por su baranda de mármol de 1.482 metros de longitud, orgullo
del pueblo garruchero, admiración de las muchas personas que nos visitan y celebrada en muchos lugares de España,
incluso en el extranjero. Un paseo así, tan bonito y tan lleno de vegetación,
¿puede quedar a merced del capricho de nadie?
Y ese bien proyectado paseo se vio mutilado cuando, con motivo de la
construcción del aparcamiento subterráneo, en 2006 se demolió la acogedora y
boscosa plaza del Ayuntamiento dotada con 18 palmeras, arbustos con flores,
césped y otras plantas, más unas airosas farolas y bancos de madera. Aquella
demolición se llevó por delante esa plaza, la de la capilla y la del ancla,
convertidas las tres en una explanada sin vegetación, sin alma y sin gracia;
adornada ahora con el ancla sumergida en el suelo y una serie de elementos
distribuidos por doquier sin orden y que nada dicen, o sea, la frondosa vegetación dio paso al
hormigón, a la naturaleza muerta. Antes era frecuente ver, mañana y tarde, a
personas sentadas leyendo el periódico o una novela, cosa que ya no sucede,
pues se trata de un lugar inhóspito con un sol de justicia que le cae a plomo
todo el año.
Se dice que el paseo necesita remodelarse. Pues bien, vamos a desmenuzar
en líneas generales el proyecto del Giga y que cada uno juzgue.
El proyecto básicamente consiste
en suprimir un carril del tráfico (3 metros) y la fila de aparcamientos del
lado de los edificios con sus parterres de vegetación y palmeras (2 metros). La
finalidad sería encajar un carril bici (2 metros) y ensanchar ambas aceras (3
metros para las dos). Sin duda la vegetación sufriría un quebranto que no
conocemos, sin que sepamos lo que les espera a las dos zonas ajardinadas,
especialmente la del Pósito, pues nada se aprecia en el plano publicado. Falta
por saber el destino de las 150 palmeras existentes.
Un solo carril supondría apretar el tráfico y soportar ‘tapones’ y
colas, mientras, al lado, un vacío carril bici muerto de risa, ¿y qué sucedería
cuando en el ocupado carril del tráfico tuviera que entrar la ambulancia o el
coche de los bomberos? No cabe duda que un solo carril y la pérdida de toda una
fila de aparcamientos sería crearle más problemas al tráfico y al turismo, lo
contrario de lo que ambos necesitan. La cuestión sería que una vez acabada la
obra y comenzaran los atascos, el caos, el problema ya no tendría solución,
razón por la que no es bueno encastillarse en un proyecto y no escuchar a los
demás. Creo que tal medida sería un desacierto.
La desaparición de los parterres con su vegetación, sus árboles y sus
palmeras significaría ‘disfrutar’ de más hormigón. Así lo muestra el plano de
internet del Giga, más naturaleza muerta y más sol de justicia. Fijándose en el
plano se observa que su fisonomía se asemeja bastante a la plaza del
Ayuntamiento y la capilla, con los mismos bancos, más hormigón y escaso
atractivo.
Ampliar la anchura de la acera del lado de los edificios no cabe puesto
que todos esos establecimientos tienen ocupados ya los parterres de su fachada.
Suprimir un carril del tráfico para encajar un carril bici (2 metros),
que además de afear ninguna falta hace, es algo que no se sostiene, ¿tantos
ciclistas hay en Garrucha a la espera? Máxime cuando a ochocientos metros está
el de Vera, rodeado de una frondosa vegetación, pero en el que rara vez se ve
un ciclista, cosa que veo a diario. Por lo visto se piensa que colocar un
carril bici en la principal avenida de Garrucha es un signo de progreso y
modernidad, y eso no es así. Al ingeniero que proyectó y dirigió las obras de
paseo nunca se le hubiera ocurrido tal cosa, ni yo lo hubiera aceptado, pues la
principal avenida de una ciudad no es el lugar adecuado para un carril bici.
Ahora fíjense en la deriva que lleva Garrucha respecto a la vegetación
de sus calles y plazas: el aparcamiento se llevó por delante la frondosa plaza
del Ayuntamiento, lo mismo sucedió con los árboles y las palmeras de las plazas
de la capilla y del ancla. La obra de estrechamiento de la calzada de la calle Mayor
arrambló con los árboles de ese tramo. En el plano del Giga se eliminan los
parterres, sus palmeras y sus árboles, solo se ve una acera con el sol cayendo
a plomo, ocupada por terrazas y alguna palmera. Nada se ve sobre el quebranto
que sufrirían los dos grandes jardines: el de la zona del monumento al pescador
y la del Pósito. Una deriva sobre la que deberían meditar los promotores de tal
proyecto, o sea, el concejal Bernardo Simón y su equipo.
Luego está la cuestión financiera. Una obra así requiere un dinero que
el Ayuntamiento no tiene, ni posibilidad de un préstamo debido a su penosa
economía. Acudir a las administraciones públicas es perder el tiempo porque
ninguna aportará fondos para una obra innecesaria. Pensar en vender una propiedad municipal sería fatal ante la
opinión pública, pues tal venta no sería autorizada por la Junta de Andalucía,
obligada a proteger el patrimonio municipal para que no se dilapide en obras
injustificadas. Es preciso decir que si la obra estuviera en marcha y surgiera
alguna dificultad, como puede ser la económica, la ejecución se paralizaría,
cosa muy frecuente en la obra pública, como ya se ha visto varias veces en
Garrucha, de forma que el paseo estaría levantado un tiempo, lo que sería
nefasto para el municipio.
Respecto al paseo marítimo, a un buen alcalde/sa le corresponde
preocuparse de dos aspectos fundamentales: Primero:
Esmerarse en mantenerlo limpio; marcados con pintura los espacios a ocupar
por las terrazas como ya se ha hecho otras veces, y velar por su observancia;
cuidar con celo sus jardines, árboles y palmeras, así como las playas. Segundo: Gran obra sería lograr la
prolongación del paseo hasta la gasolinera, así como exigir hasta lograr que se
hiciera la playa en ese lugar, la que nos debe por convenio la Agencia Pública
de Puertos de Andalucía (APPA). De esa forma, el alcalde/sa que fuera capaz de
alcanzar esas metas se luciría ante su pueblo.
Un pueblo donde su Ayuntamiento atienda las necesidades sociales, se
esmere en que sus calles, plazas y playas se mantengan limpias y cuidadas, que
gestione bien la economía y luche por lograr lo que le hace falta al municipio
es lo que a todos nos gustaría para Garrucha.
Garrucha, 19 de junio de 2017